Ocaña. Julio. 40 grados. Luis ya empieza a notar como la primera gota de sudor recorre su frente. Observa desde la ventana de su salón la ducha que instaló el año pasado en su jardín. De alguna manera tenía que sobrevivir a los veranos en Toledo sin aire acondicionado y sin piscina. Se levanta y agarra la toalla sin dudarlo. Gira la llave de la ducha y… ¡Nada! Desde luego ese no era el final que estaba esperando. Vuelve a probar. Nada. Ni una mísera gota de agua. Luis maldice a la alcachofa y se da cuenta del problema: se ha roto la rosca. Google. Google siempre tiene la solución a todos nuestros problemas, ¿no? Pues esta vez no. Ya no venden piezas para ese modelo. Su gozo en un pozo.
Auri y Blue, las dos gatitas de Luis, se acercan a él y se frotan contra su pierna. Parece que siempre saben cuándo algo no va bien. La gota de sudor de su frente pronto iba a ser sustituida por una lágrima en su mejilla cuando de repente se oye un ruido en los arbustos del fondo del jardín. Una mujer morena vestida como una diosa de la Antigua Grecia sale de ellos como por arte de magia. Se le han quedado un par de ramas enganchadas en su voluminoso pelo negro como el azabache. Luis debería estar asustado pero la llegada de esta misteriosa mujer le ha provocado una extraña sensación de tranquilidad.
Se presenta con una sonrisa. «Artenea, diosa de la impresión 3D». Se acerca a la ducha y en un cuaderno empieza a dibujar la pieza que se ha roto. «¿Ves? Ahora con esto elaboro un diseño y lo modelo en 3D. Después sólo tengo que poner en marcha mis impresoras y en nada estarás disfrutando del agua otra vez». Luis está flipando. Esta chica le ha salvado el día. «¿Pero ya está? ¿Tan fácil?», pregunta atónito. «A partir de cualquier foto, boceto e incluso si me describes lo que necesitas, puedo diseñar y modelar para conseguir tu producto impreso en 3D».
Entran en el interior de la casa y ambos empiezan a observar a su alrededor. A ver qué más pueden imprimir. «Repuestos». Así lo ha llamado ella. Luis recuerda entonces que el armario de su baño tiene rotos los pomos y se lo muestra a Artenea. Ella le promete que en menos que canta un gallo eso estará solucionado también. Sacan fotos a tuercas rotas, esquineras para mesas y sillas, encajes para lámparas y bombillas… Vaya giro de acontecimientos. Iba a pasarse la tarde tumbado en el sofá con el ventilador en la cara y ha acabado empezando la renovación de todo lo que tenía roto.
Artenea se despide de Luis con un caluroso abrazo. Qué cercana. Da gusto trabajar con alguien así. Antes de desaparecer le anima a seguir atento a lo que le rodea. Todo lo que se haya roto, perdido los repuestos o que incluso quiera mejorar, es muy probable que pueda hacerse a través de la impresión 3D. Y sólo tiene que pedírselo. Él y todos.